Ser “jefe”, es decir, dirigir equipos de forma adecuada, tomar decisiones en ocasiones arriesgadas y difíciles, asumir responsabilidades,…etc. es una tarea complicada y, en numerosas ocasiones, poco agradecida.
Por supuesto, no todos son iguales.
Los hay eficientes, con mucho oficio, los que se aferran a la norma como si de un dogma se tratase, los que te preguntas continuamente cómo han podido llegar a donde están, y un largo etc. con multitud de variantes y combinaciones. Y por último, cada vez en mayor número, los que unen a sus conocimientos técnicos y experiencia un interés profesional por quienes están a su cargo y desarrollan su labor al servicio de los objetivos y estrategia de la organización.
“Los jefes” son esas personas que, sin apenas darnos cuenta, ocupan cada día una parte importante de nuestras vidas y que pueden llegar a influir de forma muy significativa en nosotros.
Pensándolo detenidamente creo que se pueden merecer nuestro agradecimiento, puesto que siempre nos enseñan algo. Un antiguo compañero siempre me decía: “incluso de un mal jefe se aprende algo Yolanda, lo que no queremos ser”.
La primera lección que aprendí, de un jefe, es que en cualquier trabajo que se desarrolle, al igual que en la vida, hay que aplicar este refrán: “es de bien nacido ser agradecido”, y que siempre hay que dar las gracias. Las gracias al cliente, a tus compañeros, a tus jefes, a los proveedores… y si era con una sonrisa, “mejor que mejor”, “ésta es la máxima que debes aplicar en cualquier ámbito de la organización”, me decía.
Por este motivo, he querido dedicar este post a mis jefes. Porque quiero agradecerles las enseñanzas que me han ayudado a incorporar a mi trayectoria profesional.
De alguna manera, les debía el agradecimiento, ellos han contribuido a ser como soy… con mis virtudes y mis defectos.
Sólo por eso, GRACIAS:
GRACIAS por permitir e impulsar que las personas contribuyan con su esfuerzo al logro de los resultados, a través de la participación, la innovación, el desarrollo, la confianza y crecimiento personal de los miembros del equipo.
GRACIAS por influir persuadiendo, generando y compartiendo una visión hasta conseguir que los propósitos mutuos se convirtieran en propósitos comunes y conquistando el compromiso, incluso de los más escépticos.
GRACIAS por responder por tu trabajo y por el de las personas del equipo.
GRACIAS por motivar hasta el punto de conseguir hacer mucho más de lo que se perseguía inicialmente y llegar mucho más lejos de lo que se podía pensar, siempre con expectativas desafiantes. “Pase lo que pase y pese a quien pese, lo vamos a conseguir”.
GRACIAS por reformular problemas hasta conseguir que las soluciones propuestas resultaran congruentes y atractivas, consiguiendo un papel activo del equipo, propiciando cambios y mejorando comportamientos para lograr los objetivos.
GRACIAS por correr riesgos y «hacerme cómplice» de ello.
GRACIAS por desafiar con nuevas ideas y enfoques, estimulando la innovación y la creatividad, otorgando responsabilidad y creando un entorno de aprendizaje y de desarrollo de potencial.
GRACIAS por promover orgullo, respeto, confianza y expectativas elevadas, esculpiendo poco a poco las conductas apropiadas, orientando y guiando, desplegando entusiasmo, optimismo y espíritu de equipo.
GRACIAS por buscar siempre nuevas oportunidades y originar el cambio, infundiendo una visión estratégica y la proyección de la nueva realidad a alcanzar.
GRACIAS por proporcionar claridad y guía en momentos difíciles y de incertidumbre; y gracias por mantener la calma, hasta conquistar la paciencia del más impaciente.
GRACIAS por planificar, marcar metas y definir objetivos, saber comunicar, delegar y asumir la responsabilidad de lo que se realiza por todos.
GRACIAS por compartir experiencia y conocimientos, ser exigente e inculcar disciplina y rigor y requerir siempre que el trabajo esté bien hecho.
¡GRACIAS por dar siempre las GRACIAS y sonreír!
Fuente fotografías: Google
Etiquetas:Equipos de trabajo, jefe, liderazgo, RRHH
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